“Fracasamos. Yo también me hago cargo”: El escritor Martín Caparrós recibió el Honoris Causa

El escritor y maestro de cronistas Martín Caparrós recibió este martes el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires. Lo hizo con su tono habitual –ese que mezcla erudición e ironía– pero con una emoción visible, contenida, acaso apenas quebrada por momentos. En la Facultad de Filosofía y Letras, agradeció, se rió, recordó, e incluso leyó un texto. “Me impresiona y me da mucha alegría –dijo– tanto que quise leer algo. No me tenía mucha confianza, pero lo hice”.
La ceremonia fue íntima, aunque el aula estuviera repleta. Había editores, periodistas, docentes, estudiantes y trabajadores no docentes. También, simbólicamente, las caras pintadas de los compañeros detenidos-desaparecidos en una de las paredes, mencionados durante el acto por el decano, Ricardo Manetti.
Durante su discurso, el público escuchó atento y sonriente. Y aunque su cuerpo no responde con la facilidad de antes: tiene Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa que le afecta la movilidad, Caparrós no pierde lucidez, humor, ni mucho menos: la palabra.
El escritor de Ñamérica celebró con emoción el diploma de “Doctor honoris causa”. En su cuenta de X, días antes, había hecho pública la invitación y escribió: “No por inmerecido este doctorado me da menos orgullo y placer”.
Su abuelo y su padre eran médicos, ambos doctores. Él no. Según recuerda con una mezcla de risa y pudor, era, a lo sumo, “el tarado de Caparrós”. Esa noche, con ese diploma en la mano –“uno de verdad, como los que tienen los médicos”– fantaseó con una cena imaginaria: tres Caparrós, tres doctores, abuelo, padre e hijo, por fin en una misma mesa.
El escritor Martín Caparrós recibió el Honoris Causa de la UBA de manos del rector de la Facultad de Filosofía y Letras, Ricardo Gelpi, el decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Ricardo Manetti y la vicedecana, Graciela Morgade. Foto: Martín Bonetto.
Caparrós no esquivó su historia: recordó su infancia, su paso por el Colegio Nacional de Buenos Aires hasta su exilio y también sus estudios de Historia en los años setenta. La dictadura lo forzó a dejar todo y partir. París lo decepcionó, pero también lo iluminó: allí entendió lo que había aprendido en Buenos Aires. Volvió, escribió, enseñó, y no dejó nunca de pensar el país, el lenguaje, el poder, la desigualdad.
Cuando era chico acompañaba a su padre a la sede de Independencia y lo veía cruzar directo a una tienda donde cambiaba el sobre de dinero que cobraba por “tres o cuatro camisas blancas o celestes. Y a mí me impresionaba que esa facultad se ocupara de vestir a sus maestros”, soltó y el público vibró en carcajadas.
El escritor Martín Caparrós recibió el Honoris Causa de la UBA en la Facultad de Filosofía y Letras. Foto: Martín Bonetto.
“El bachillerato universitario fue mi lugar en el mundo. Sin él, todo me habría gustado mucho menos. Es mentira que no lo sé. Lo sé”, dijo sobre el Nacional de Buenos Aires, lugar donde el escritor aprendió que “el poder estaba ahí para que hubiera a qué oponerse. Que saber era, en general, un embole… y también un orgullo”.
Todo ese conocimiento, a su vez, conllevó otros, como por ejemplo, las desigualdades en el acceso al conocimiento.”Muchas desigualdades eran abominables, pero era mejor saber que no saber”.
Caparrós tampoco esquivó el presente. En un tramo intenso de su discurso, trazó un diagnóstico fiel a su pluma tan propia por literaria, política y sociológica: “Hoy, junto con la alegría de este reencuentro, me duele volver a un país que sigue a este señor que odia a los distintos y convoca a ultimarlos. Que desprecia la cultura y la ataca por todos los medios posibles. Siempre pensé que los argentinos éramos otra cosa”.
“Fracasamos. Yo también soy un cobarde. Yo también me hago cargo del fracaso. Pensamos que podíamos colaborar para que la sociedad fuera mejor. Ahora está claramente peor. La Argentina fracasó con el estrépito con que solo un país puede hacerlo. Yo fracasé con la discreción de una persona”, dijo mostrando un diagnóstico implacable.
El escritor Martín Caparrós recibió el Honoris Causa de la UBA en la Facultad de Filosofía y Letras. Foto: Martín Bonetto.
Con su filo característico, agregó: “Nos hemos vuelto un país reaccionario. Uno donde cada gobierno deshace al anterior. Hecho a manotazos. Deshecho a manotazos”.
Y luego apuntó al centro del malestar: “Hoy me duele volver a un país donde millones eligieron a un señor desagradable, primario, que vocifera, maltrata y odia a los distintos. Odia tanto a la cultura que la ataca por todos los medios posibles. Nunca creí que fuéramos un país tan lleno de odio. Pero ahora parece que sí. Parece que nos convertimos en un país que se ensaña con los débiles. Y por eso se hunde en su fracaso”.
Sin embargo, desde ese escenario de ruinas, rescató algo que todavía late: “La UBA no ha caído. Se gobierna a sí misma, sigue siendo pública y gratuita. Es un espacio de saberes. Un recordatorio de lo que tratamos de ser y quizás alguna vez seremos”.
Y concluyó, casi a modo de mensaje al futuro: “Esta vez fracasamos, pero eso no justifica que dejemos de intentarlo. En esto, como en casi todo, creo que conviene ser optimistas. Total, la historia, en sus grandes rasgos, nos sostiene en el optimismo. La vida habrá sido mucho más interesante siendo optimistas. Yo soy un cobarde, sí, pero trato de disimularlo.”
Desde que hizo pública su enfermedad, Caparrós no se ha refugiado en el silencio. Al contrario. Publicó Antes que nada, un libro de memorias atravesado por esa urgencia vital. “Me siento absolutamente vivo y quiero que me vean así”, dijo en entrevistas recientes.
El escritor Martín Caparrós recibió el Honoris Causa de la UBA en la Facultad de Filosofía y Letras. Foto: Martín Bonetto.
Su voz ya no tiene la firmeza de antes, pero conserva su agudeza. Durante el acto de entrega del diploma, relató cómo eligió su nombre: al llegar a la universidad en 1974, Antonio (su primer nombre), ya estaba tomado por su padre que tenía una cátedra reconocida en la universidad. Entonces adoptó el segundo: Martín. “En ese momento, encontré mi nombre. En la Universidad de Buenos Aires. Ese gesto marcó mi vida”.
También repasó su vínculo con la docencia, intenso y discontinuo. Dio clases en muchas universidades –en Argentina, en Europa, en Estados Unidos–, pero fue claro al afirmar: “Cuando pienso en haber aprendido, pienso en esta: la Universidad de Buenos Aires. En esta Facultad de Filosofía y Letras, que entonces no era esta y estaba en esos días hundida en una pelea donde enseñar y aprender era lo menos importante. Recuerdo la historia de las luchas por la liberación y la lucha por la liberación de la historia y la liberación de la historia”.
Recordó también con ironía el momento en que decidió dejar de enseñar: “Renuncié una tarde cuando entendí que mi salario mensual ya no alcanzaba para comprarme una camisa. No quería ser cómplice de aquella prisión menemista”:
A la hora de hablar de premios y reconocimientos, también fue enfático: “He recibido pocos premios. Los agradecí con poemas, canciones, panderetas... con todo el humor posible. Como diciendo: señores, esto no es para mí.” Pero esta vez no fue así. Este doctorado, confesó, se le había “enredado con la vida”.
El escritor Martín Caparrós recibió el Honoris Causa de la UBA en la Facultad de Filosofía y Letras. Foto: Martín Bonetto.
El auditorio se emocionó y aplaudió con fervor. Hasta pudo asomarse a anécdotas íntimas que contó, risueño, su amigo, Daniel Guebel: aquella vez que Caparrós le cocinó una carne cruda con huevo y el le pidió “por favor” una hamburguesa, las charlas con Luis Chitarroni y Alan Pauls, las ganas de imitar a Jorge Luis Borges y escribir epitafios. “No éramos capaces ni de escribir un octosílabo”, se burló Caparrós. Pero no fue una nostalgia complaciente. Fue una celebración sobria de lo que la palabra –y la universidad pública– todavía pueden.
@martin_caparros es Doctor de la UBA. Como recordó en su discurso: fracasamos. Este país está cada vez peor. Pero nos queda la Universidad Pública, auto gobernada y democrática. A pesar de tantos: fracasamos, pero aquí estamos. pic.twitter.com/keHkBcbnoS
— palabarces (@palabarces) July 8, 2025
Esta distinción, que fue otorgada previamente a Daniel James, historiador anglo-argentino especializado en peronismo y clase obrera, Carlo Ginzburg, referente de historia italiana y Thomas Moro Simpson, filósofo argentino, hoy es para Martín Caparrós, periodista y escritor argentino.
Clarin